sábado, 5 de septiembre de 2015

Jet lag




Una cola. Otra. Otra más. Filas y filas de ovejas de vuelta a casa. Rostros cansados. Algunos felices. Los más, serios. Parejas camino de romper tras unos días juntos. Imposible huir en medio de la jungla.
Estoy cansado. Quiero estar ya en España. Besar, como hace el Papa, el suelo de Madrid. Adios a los mosquitos, al sudor como un manantial inagotable recorriendo mi cuerpo. He sudado por sitios que desconocía que pudieran hacerlo.
Adiós también a los Margaritas. Así, con mayúsculas. Al Cochinita pibil, al chile habanero. Adiós, adiós, adiós.
Solo una fila más. Suelto mis últimos pesos en ofrenda al Chac Mool. No puedo con mis tobillos. Tengo los pies como las figuras pequeñitas del Niño Jesús.  Un pie gordezuelo del que sobresalen cinco deditos en hipoxia. Malditos insectos.
Dios mio. Y ahora 10 horas de avión.  Sin poder dormir. Cualquiera diría que vengo del Vietnam.
Lo temía. Me ha tocado el más infame de los sitios. Zona central. Dos pasajeros a mi izquierda y uno a mi derecha. Un niño de unos cinco años a mi izquierda. Con su madre. Uhmm, no está nada mal. La madre
A mi derecha un hombre corpulento. De gran bigote a lo Pancho Villa. La salida más inmediata al baño. La más improbable. Ni saluda. Se coloca unos cascos.
Noto los pies hinchados, la piel tirante. Busco postura. Una pierna, la derecha, imposible de estirar. Las piernas del hombre son como columnas jónicas. Y debe tener unos genitales enormes porque no puede juntar las piernas. O no quiere.
El niño a mi izquierda empieza a ponerse insoportable.
He caido en un sopor espeso. Miro el reloj. Solo ha pasado media hora. Tengo que andar un poco o voy a sufrir una embolia. No puedo salir. El hombre está dormido. Profundamente. Hago un poco de presión en sus piernas pero no se inmuta.
Puedo esperar, puedo esperar. En algun momento se levantará y me dejará el camino libre. A mi izquierda, por fin, el niño duerme. No me arriesgo a despertarle al salir por su lado.
Llevo ya tres películas.  No siento los dedos de los pies. La que estoy viendo ahora es sobre la vida de Stephen Hawking. Empatizo rapidamente con él.
No puedo más. El dolor es insoportable y para colmo de males me estoy meando. Tengo que salir. El asiento de adelante se reclina sobre mi. No puedo más.

- Y dice usted, azafata, que no apreció nada extraño,  ¿verdad?
   - Asi es, agente.
- ¿No le pareció raro que no hiciera uso de ninguna de las comidas y que le retirara intactos los servicios?
   - Hay muchos pasajeros que pasan la totalidad del vuelo dormidos. No queremos molestarles.
- ¿Tampoco apreció el cuchillo de plástico clavado en su ojo izquierdo?
   - Como le digo, tenía la cabeza reclinada sobre su hombro izquierdo. No tenemos tiempo para vigilar el sueño de nuestros psajeros como madres primerizas.
- ¿Y el pasajero que ocupaba el asiento contiguo?
    - Como tambien le he comentado, le noté algo tenso al principio del vuelo. Pero luego su rostro me pareció feliz y relajado. Gran parte de la ultima parte del vuelo roncaba plácidamente.

7 comentarios:

  1. Qué satírico relato, es una genialidad. Me gustó mucho cuando describes el graciosísimo sufrimiento del pasajero apresado entre los acompañantes, pero todavía más la fina ironía que impregnas en la conversación entre la azafata y el policía. No me imaginaba ese final. Excelente.
    Te devuelvo la visita, y con tu permiso, me quedo por aquí un rato para seguir leyéndote, que sin duda, me lo pasaré bien.
    Un abrazo

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  2. Muchísimas gracias por tus palabras, Marisa. Un placer y un honor que me visites y aun más, que te quedes. Abrazos.

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  3. Jajajaja. Me imagino ese vuelo interminable. Debió de traerte muchas horas de inspiración. Y ese momento final, increíble y totalmente inesperado. Genial. Un abrazo.

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    1. Terrible, por largo e incomodo. Y si, en esas largas horas de vigilia fui pergeñando este relato. Muchas gracias por pasarte, María. Abrazos

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  4. Ayyyyyy los dulces recuerdos de las vacaciones!! jajajajaja. No sé por qué a la vuelta todo nos parece un poco menos perfecto de lo que habíamos imaginado o nos habían prometido :P

    Dicen que la violencia no es la solución, pero a veces... jajajajja

    Estupendo relato, solo por él ya ha valido la pena ese vuelo infernal :)

    Un abrazo y feliz lunes!!

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  5. Odio los aviones. ¡Los odio! Me has dado un motivo más...no sea que te encuentre en el asiento contiguo al mío, jajaja.
    Un abracico.

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  6. Muy bueno, que bien describes a ese pasajero que se está poniendo muy pero que muy tenso.
    ¿Esos espacios tan pequeños será que despiertan lo peor que llevamos dentro?
    Un saludo

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