Una de las mayores tentaciones del demonio es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro, con que gana tanta fama como dinero.
martes, 29 de septiembre de 2015
Duelo de titanes
Wyatt miró de soslayo su reloj. Las 14:00 horas. El calor era sofocante y volvió a meterse en la oficina del sheriff. Sentado en su butacón se dispuso a esperar a sus hermanos
El reloj de péndulo marcaba los segundos con precisión de diapasón. Para no pensar se dedicó a revisar la munición de su cinturón y a comprobar si su Smith & Wesson estaba limpio y cargado. Seis balas en el tambor. Deseó que no fuera necesario disparar ninguna pero los hermanos Clanton habían llevado el desafío a un lugar desde el que ningún hombre podía dar marcha atrás. Mucho menos el alguacil de Tombstone.
Comprobó el armario que guardaba los rifles. No dudó al elegir un Winchester modelo 1873. Comprobó varias veces el mecanismo de carga bajo el gatillo. Un escalofrío de placer recorrió su espalda. Amaba ese sonido.
Sin mover los pies de su posición giró su tronco como un resorte mientras su mano derecha ya empuñaba el Colt hacia el ruido a su espalda. Un suspiro de alivio salió de sus labios al comprobar que habían llegado sus hermanos Virgil y Morgan.
- Es la hora
Los tres salieron como un solo hombre a la polvorienta calle y enfrentaron el camino hacia el OK corral. Les esperaba sentado en una mecedora a la puerta de la cantina, Doc Holliday. Impoluto, cuidadosamente peinado, con su revolver "Peacemaker" calibre 45 de cachas de nácar enfundado en su hermosa canana de piel. Con su inconfundible tos.
Wyatt había cogido cariño a aquél pistolero frío y desabrido. Era un amigo leal. Y eso en la frontera no tenía precio.
Al final de la calle les esperaban Billy Claiborne, los hermanos McLaury y los Clanton. El sol, en su cenit brilló de repente sobre el cañón de Frank McLaury y Wyatt no dudó un instante. El tiroteo pudo durar una eternidad en sus mentes enfebrecidas pero realmente duró lo que tardó la madre de Alfredo en gritar:
-¡Alfredo, Luis, Borja, a comer! ¡Que no tenga que ir a buscaros!
Borja miró a Esteban y ambos enfundaron sus pistolas de juguete en las pistoleras de plástico. Mañana, tal vez. Es lo que tienen las vacaciones cuando eres niño. Siempre hay un mañana esplendoroso.
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Los tres amigos jugando a vaqueros, representando con maestría la contienda de Tombstone, encabezada por Wyatt Earp. La madre de Alfredo es, sin duda, la que dispara con más precisión, haciendo volar por los aires la ensoñación de esos críos.
ResponderEliminarEscrito con admirable intensidad y rico vocabulario, el lector se convierte en uno más de la cuadrilla. Genial, Fernando. Tú, eres el Sheriff.
¡Abarzo, Compadre!
Maravilloso, Ragnar. Como ya nos vamos conociendo, estaba esperando un final sorprendente, aunque eso no quiere decir que no me haya sorprendido. Me ha gustado muchísimo. Un abrazo amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Edgar y Mercedes. Este concurso me ha traído muchos recuerdos de mi infancia, cuando bajaba a la calle a jugar a los vaqueros con mis amigos, con mis pistoleras al cinto. Me sentía todo un héroe. Esos juegos me han inspirado el relato. Abrazos, besos y gracias por comentar con tanta amabilidad.
ResponderEliminarComo diría, espera... He olvidado la palabra... Un momento... sí, viene... ya está aquí... INEFABLE.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Buen relato, y no solo la parte perfectamente ambientada referente al Oeste, sino también el inesperado final que nos pone una sonrisa en los labios. Muy tuyo, Fernando :))
ResponderEliminarUn abrazo!!
Muchas gracias, Soledad y Julia. La nostalgia me ha podido. Y es que el western ha sido mi debilidad desde niño. Gracias, de veras por vuestras palabras. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias, Soledad y Julia. La nostalgia me ha podido. Y es que el western ha sido mi debilidad desde niño. Gracias, de veras por vuestras palabras. Abrazos
ResponderEliminarQue lindo y nostálgico relato Ragnar, perfectamente ambientado. Felizmente los niños pueden tener esos duelos de ensueño a diario. Me encantó. Besos.
ResponderEliminarPD: amo el nombre Borja, si hubiera tenido otro hijo le pondría así.
Que lindo y nostálgico relato Ragnar, perfectamente ambientado. Felizmente los niños pueden tener esos duelos de ensueño a diario. Me encantó. Besos.
ResponderEliminarPD: amo el nombre Borja, si hubiera tenido otro hijo le pondría así.
Muy bueno, Ragnar. Lo llevas con maestría a un final inesperado. Menuda imaginación la de esos muchachos jeje Saludos amigo.
ResponderEliminarMe ha encantado y transportado a mi infancia jejeej. Recuerdos con mi hermano imborrables de juegos interminables al final de cada peli de vaqueros. Un abrazo :)
ResponderEliminarEsa era la idea, amigos. Volver a la infancia. Elena, Mendiel, Carlos. Sois muy amables por comentar con tanta indulgencia. Bsos y abrazos.
ResponderEliminarEsa era la idea, amigos. Volver a la infancia. Elena, Mendiel, Carlos. Sois muy amables por comentar con tanta indulgencia. Bsos y abrazos.
ResponderEliminarSaludos pistolero. El famoso tiroteo del OK Corral es algo que se ha abordado muchas veces en el cine. Una de mis películas favoritas del oeste en la infancia era "Tombstone", en la que creo que se aborda con maestría el retrato de los personajes. Eso sí, como en tu narración de ese tiroteo, no ha habido muertes sino un.. "aplazamiento", se puede decir que sí que has aportado un toque alegre :)
ResponderEliminar¡Un saludo vaquero!
Genial relato. Me he metido de lleno en el salvaje oeste. Perfectas descripciones que me han hecho vivir y recordar. Lastima que nos hayan sacado del juego tan pronto.
ResponderEliminarUn besillo.
Esas madres a la hora de comer y esa sordera crónica nuestra para dejar de jugar.... ¡Que tiempos, María en los que jugábamos tanto en la calle. Gracias por pasarte y comentar. Bsos.
ResponderEliminarEsas madres a la hora de comer y esa sordera crónica nuestra para dejar de jugar.... ¡Que tiempos, María en los que jugábamos tanto en la calle. Gracias por pasarte y comentar. Bsos.
ResponderEliminarFantástico Ragnar: muy bien ambientado y con rico vocabulario del Far West. Y el final, ya sabes…Jajaja es que a los niños nos encantaba jugar a vaqueros. Eran otros tiempos. Me pasa como a ti, también imaginé en un relato algo parecido.
EliminarLo dicho, bravo compañero.
Me encantó, mucho. Fabuloso.
ResponderEliminarEs fascinante toda la tensión que nos hiciste pasar, para luego terminarla de esa forma tan fantástica.
Gracias por la sonrisa en mis labios.
Un gran, gran abrazo.
Cuando mamá llama no hay nada que hacer.
Muchas gracias, Lucía. Me alegro de haberte hecho sonreír. Es para mi lo más gratificante de escribir con vosotros. Bsos
Eliminar:( Me pinté la pelicula toda en la cabeza, la escena me tenía en vilo ,como todo lo que narras...me sentí algo decepcionada al final cuando resultó infantil,pero al pensar en la imaginación y todo ese mundo que tenemos cuando somos niños ,no hay más que sonreir ...besos vaquero!
ResponderEliminarAy, Ady, me ha podido la nostalgia, el recuerdo de mis juegos infantiles. Será que me hago mayor, pero es que el cine del Oeste sembró en mi desde niño el sueño del héroe. Muchas gracias por leerme y por la opinión tan amable que tienes de mis letras. Bsos
Eliminar¿por qué será esa fascinación que sienten los chicos por el oeste y por las pistolas desde bien niños?
ResponderEliminarTu relato me ha hecho sonreír y me ha parecido que tenía muchas coincidencias con el mio, Ya me dirás.
Un saludo
Tras una larga ausencia en el ciberespacio bloguero, hoy, por fin, vuelvo a pasearme por estos rincones tan acogedores y me encuentro con un relato que si bien me ha enganchado desde el principio -aunque es ben conocida la historia de Wyatt Earp- me ha sorprendido -en el sentido literal de sorpresa- en su final.
ResponderEliminarMuy bien narrado de principio a fin. A mí también me gustaban los juegos de pistoleros y prefería siempre el papel del sheriff.
Un abrazo.
¡Me ha encantado!
ResponderEliminarEstaba super metida en la atmósfera que habías creado, cuando de repente la mamá me ha sacado de la ensoñación. ¡Muy bueno!
Disculpa que haya tardado tanto el leer tu relato.
Un besico, compi.
Fantástico cómo nos engañas has tal el revelador y humorístico final. Nos planteas una atmósfera perfecta de western, unos personajes que conocemos dispuestos a matarse y de pronto, mediante el grito también familiar de una madre, nos das un bofetón literario y nos presentas la realidad de la historia, una realidad que solo estaba en la imaginación de los niños con sus pistolas de juguete.
ResponderEliminarUn saludos, Fernando.