Una de las mayores tentaciones del demonio es ponerle a un hombre en el entendimiento que puede componer e imprimir un libro, con que gana tanta fama como dinero.
martes, 5 de mayo de 2015
El Duque, su mujer y otras cosas de...la Edad Media
-¡Mi señora, mi señora!, el Duque vuelve de la guerra
- Oh, cielos, Godofredo, habéis de marchar aprisa
- Pardiez, Jimena, ¡Qué incomodidad!
- ¡Dáos prisa mi señora, por Dios os lo pido! Ya sabéis del humor de mi señor el Duque
- Cálmate de una vez Cunegunda, me estás poniendo histérica. Y vos, Godofredo, poneos de una vez las calzas y salid por la puerta tras el tapiz de la cacería de ciervos.
- En verdad os digo, mi querida Jimena, que esta situación me resulta harto humillante. ¡Soy el marqués de Les Cornes!. Empiezo a hartarme de salir de scéne como un vulgar personaje de juglaría. ¡Oh, mon dieu!
- Godofredo, más parecéis bufón de corte que caballero andante. No protestáis tanto cuando os solazáis a gusto conmigo en la cama de mi señor esposo. Partid de una vez. Os llamaré un día de estos. Partid si no queréis sufrir la ira del Duque de Manso.
(Sale Godofredo de Les Cornes y se escucha por el hueco de la escalera el ruido de la armadura del Duque mientras asciende)
- ¡Por Belcebú, mujer!. He vuelto a golpearme con el dintel de la puerta. ¿Cuando llamaréis al maestro albañil para que eleve las jambas?.
- Mi señor, ¿cuántas veces os he dicho que os quitéis el casco que os adorna cada vez que entráis a este vuestro aposento?.
- ¿De qué casco habláis, Jimena?. Vengo siempre descubierto.
- Cosas mías, mi señor Manso. ¿Cómo os fue, querido, en la batalla?
- Lo de siempre. Descabezamos a unos cuantos sarracenos. Poca cosa. Pero menos hablar y más yacer, que vengo con hambre de vos. Aquí traigo la llave que custodia mi honor. Dejad que libere el candado de vuestro cinturón.
- ¡Cuanto lo lamento mi adorado esposo!. Ardía en deseos de holgar con vos a vuestro retorno, pero me encuentro en esos días y ya sabéis lo poco que os gusta verme sangrar.
- ¡Por San Jorge y San Andrés!. Me obligaréis a desfogarme con alguna campesina.
- Mi madre me enseñó que un hombre tiene sus necesidades y que, si nosotras no podemos satisfacerlas, debemos ser tolerantes y comprensivas. Partid, pues, sin demora, que yo quedaré ansiosa de poder teneros pronto entre mis brazos.
(Se golpea otra vez la cabeza al salir)
- ¡Por Belcebú! Y avisad de una vez al albañil.
- Descuidad, esposo mio. Se hará como ordenáis. Cunegunda, tráeme el libro de Horas. Ah, y avisa al Marqués. Esta noche no quiero dormir sola
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Menuda es la tal Jimena. Que bien se lo monta. Y los hombres de la época tomando a las mujeres por tontas. Me ha hecho reír cuando se da con los cuernos, ejemplo, con la cabeza al salir... Un abrazo.
ResponderEliminarAhí le has dado, María. Si he conseguido hacerte reir, objetivo cumplido. Bsos
ResponderEliminarEstupendo relato.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta como se queja el Marquez de Les Cornes y que bien puesto el apellido. Muy divertido. Saludos.
ResponderEliminarMe encanta como se queja el Marquez de Les Cornes y que bien puesto el apellido. Muy divertido. Saludos.
ResponderEliminarjjajajjajajajjajajaja, me muero! ¡Que bueno Fernando! Catacracker, me has roto la caja de la risa. Lo que más, cuando le dice "Ya te llamaré" jajaja o te envió un Wassap medieval... jujujuju. Bueno, ahora, en seriooo,, joojo, no puedor!
ResponderEliminarMe ha encantado y me he reido mucho, por belcebú llama al albañil! ¡Es tremendo!
¡Un diez!
¡Saludos, crack!
Pobre man!...santo cahon! :P.. regio tú! me haces reir con tan jocoso y fino humor,chocobesos!
ResponderEliminarCuán pícaras fueron las damas de aquellos tiempos en que se las pretendía anular. Quizá fuera la causa de que desarrollaran ese ingenio para con los hombres que aún haciendo lo que ellas desean, nos sentimos amos y dueños. Me sorprendéis, Maese Mora, con esta obra de época tan simpática y libertina. :DD
ResponderEliminarQue me placen vuestras palabras, mi buen Miguel Ángel. Y más viniendo de quien tengo en tan alta estima en esta nuestra República de las letras. Abrazos
EliminarxDDD ¡Qué bueno! xDDD ¡Aiiiix! Los nombres... ¡Aarrrg! ¡Me parto! xDDD Al principio, el pelirrojo me parecía Sir Jorah Mormont... Culpa de la miopía u.u Sé que he visto esa peli, pero, ¡jopetas!, ¡No caigo! ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarEntre tu Relato y el de Miguel Ángel... ¡Deberiáis funsionaros y crear uno entre los dos! Creo que no tendría desperdicio ;3
¡Muchos Besis, Crack! ^w^
Muy divertido, y nadie puede decir que no esté dentro de la temática del concurso :P
ResponderEliminarJajajajajaja así que esto es a lo que tú llamas "jovial", no??
Muy bueno, Fernando!!
Muy divertido Fer. Me encanta lo cíclico que es esto. Ya en la Biblia, Abraham con Agar y como no se desvela lo que seguramente hacía Sara y, sin ir más lejos, nuestro querido Juancar in Spain!!! Graciosísimo!! Me encanta tu miniobra en dos actos. Besos genio
ResponderEliminarDigno de sainete, teatral y medieval. Veo que eres un todoterreno. Sobre todo hay que admirar que no hayas recurrido al humor actual, sino que has permanecido fiel al de la época. No sólo eso, también se ve en el léxico utilizado y la forma de expresarse. Lo veo muy logrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto, Whitejoker. Busqué inspiración en "La venganza de Don Mendo" de Muñoz Seca que me parece una auténtica delicia. Gracias por pasarte y comentar. Abrazos
EliminarMuy divertido relato con una fina ironía.
ResponderEliminarMucha suerte
Feliz domingo
Muy divertido, Fernando. Me has hecho reír con esos golpes que se dio con los cuernos. Tremenda esa "tolerante y comprensiva" mujer.
ResponderEliminarAbrazo, amigo!
Jajaja, Federico, la literatura de cuernos da mucho de si. Un abrazo y gracias por comentar
EliminarUn relato muy divertido y original. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo.