domingo, 5 de octubre de 2014

Tiempo extra

cuando leer


El abogado De Robert entró en la sala de interrogatorios. Pidió cortésmente al guardia que le permitiera hablar un momento a solas con el acusado y se sentó ante el reo:

- Las pruebas no son concluyentes mi querido amigo. Confíe en mi. Es más que probable que pueda abrazar muy pronto a su esposa e hijos.

El semblante del reo se volvió, de pronto, taciturno. Un velo de tristeza le empañó los ojos y pareció a punto de ponerse a sollozar:

- Letrado, no son buenas noticias
    - Pero, que me dice, buen hombre
- Yo necesito que se me condene
De Robert, en contra de lo que pudiera deducirse del deseo de su cliente, asintió comprensivo:
    - Usted lo que desea es tiempo, ¿verdad?
- Así, es. Por eso acudí a usted
    - Entiendo
- He oído que ha conseguido hasta 10 años de prisión en las condiciones más desfavorables, con todas las pruebas a favor de la absolución.
El abogado se esponjó como un pavo
   - En efecto, pero aquél caso requirió de toda mi pericia. Mi cliente necesitaba esos diez años imperiosamente. Era una cuestión de vital importancia para él.
- Y, digame, De Robert, ¿de qué libro se trataba?.
    - "En busca del tiempo perdido". Aunque luego me confesó, algo sonrojado, que estaba detrás de las        obras completas de Stephen King.
- Bendito sea Dios. Lo mío con 3 años sería suficiente.
    - ¿De qué obra estamos hablando?
- De Nietzsche
    - Uff, ¿Y estima que con tres años será suficiente?.
- Usted no puede imaginarse lo que me pueden cundir tres años encerrado en prisión. Sin tener que levantarme aun de noche, preparar los desayunos de mi familia, llevar a los críos al colegio, estar diez horas en el trabajo, llegar a casa y tener que sacar al perro y luego leer un cuento a los más pequeños. Cuando me meto en la cama, apenas me da tiempo a taparme antes de quedarme dormido. Estoy desesperado.
    - Realmente su caso no es excepcional, mi querido Perignon. A diario atiendo casos como el suyo. Y peores. Una pobre mujer tenía, sufría mejor dicho, a un marido sonámbulo, con lo que a una jornada agotadora le seguía una noche toledana. No encontraba tiempo para leer. Se estaba volviendo loca. Total, le conseguí 6 años, cuatro meses y un día. El marido, en su sonambulismo, acabó cayendo a la calle desde un sexto piso. Ella no estaba, ni siquiera en su casa. Pero logré que la acusaran de homicidio imprudente. Ya ha leído todo Tolstoi y ha empezado con los "Episodios nacionales" de Galdós.
- Es usted mi hombre, De Robert. Pongo mi esperanza en sus manos.
   - Pues, entonces, tres años. Si se acerca el cumplimiento de la pena y se ve atascado con "Asi habló Zaratustra" o con "El Anticristo", puedo conseguirle un intento de fuga que le supongan un par de años más.
- ¡Oh, abogado!. Es usted un santo.



























3 comentarios:

  1. Es cojonudo Fernando. Me he hartado a reír. Eres un genio y creo que voy a cometer una imprudencia aprovechando la Comandancia de la calle donde trabajo doce horas al día para poder llamar a De Robert y que me consiga una buena pena como, por ejemplo, la perpetua. Para empezar aún no terminé la trilogía Millennium, La vida de Ivan Osokin y Pedro Urdemales. Un fuerte abrazo. Eres un jefazo.

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  2. Ooooh que buen relato, lo he pasado super bien, yo también abogo por mi cadena perpetua, tengo un chorro de libros y también me apunto a Nietzsche jeje, colosal historia, muy imaginativa.

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  3. Original y muy entretenido. Una trama muy bien urdida. Te felicito, Fernando. Un saludo.

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